Producción • BIENESTAR ANIMAL

Engorde a corral en Argentina, una actividad controversial

El artículo describe y analiza algunos aspectos que los consumidores cuestionan a las producciones intensivas como: nutrición, sustentabilidad y bienestar animal. 

  • 30/11/2021 • 11:00

Por: Ing. Fernando M. Storni, Gerente General de la Cámara Argentina de Feedlot

Fotos: Banco de imágenes

La ganadería Argentina atravesó, en los últimos veinticinco a treinta años, una importante transformación con la introducción de sistemas de terminación intensivos. Estos sistemas también fueron evolucionando en este período de crecimiento con un desarrollo natural de una actividad joven dentro de una cadena tan tradicional como lo es nuestra ganadería. Esta introducción de los sistemas de engorde a corral generó y genera diversas posiciones sobre cuestiones vinculadas a una producción intensiva. En muchos casos estas posiciones o interpretaciones sobre la actividad se entienden en el marco de una actividad aún joven en término de años de desarrollo en el país y en el desconocimiento de lo que este sistema de terminación de hacienda implica. Intentaremos a lo largo de la nota hacer un repaso de la actividad, su evolución y brindar información sobre algunos temas más controversiales en los engordes a corral.

Todos los países con una actividad ganadera importante (Estados Unidos, Australia, Argentina, Uruguay, Brasil, Sudáfrica y más recientemente Paraguay) han evolucionado, dentro de sus características particulares, a sistemas de terminación intensiva que otorgan diferentes ventajas a nivel productivo pero, fundamentalmente, aportan a la hacienda terminada en estos sistemas una homogeneidad de producto y algunas cualidades particulares a la carne producida que hace que sea muy valorada por el consumidor y deseada al momento de comprar los cortes para nuestra cocina.

Productivamente, la terminación a corral nos permite terminar animales jóvenes en un período relativamente corto de tiempo con una alta ganancia de peso diaria, permitiendo dar valor a agregado a la producción agrícola y a determinados subproductos del procesamiento de los granos. Y aprovechamos este párrafo para una primera definición: los alimentos utilizados para alimentar a los bovinos en engorde son NATURALES: forrajes conservados (heno o ensilados), granos procesados o no, subproductos del procesamiento de los mismos por parte de las moliendas o industrias del biocombustible junto a una suplementación vitamínica mineral, son los ingredientes de las dietas específicamente elaboradas por nutricionistas para los animales en engorde.

Adicionalmente, la terminación a corral otorga una homogeneidad y consistencia a lo largo del tiempo a los cortes provenientes de estos animales, a diferencia de los sistemas pastoriles que se encuentran condicionados por la variación de la calidad de los forrajes utilizados en los distintos períodos del año. Esto, junto a la terneza de un animal terminado a una edad más temprana, son las características principales que lo hacen deseable por el consumidor. Recordarán aquellos con más canas que al comprar carne varios años atrás era difícil saber si nos “tocaba” un corte tierno o no. Hoy esta homogeneidad hace que siempre que vamos a la carnicería nos llevemos un corte muy similar hoy, el mes que viene o en el momento que fuera.

El proceso de evolución de esta producción intensiva en Argentina comienza por parte de algunos productores en los años ’80 y comienza a ser implementado por un mayor grupo de productores en los años ’90. En estos primeros años y hasta iniciados los 2000, se trabajaba en el engorde de animales muy jóvenes y livianos que alcanzaban su peso de faena alrededor de los 250 Kg. Luego de esta etapa los procesos fueron modificándose ingresando a los corrales animales con un mayor grado de recría y con dietas con una composición diferente en su contenido de fibra hasta llegar a las dietas actuales y a animales que, en promedio para el consumo interno, ingresan al engorde alrededor de los 200 kilos para terminarse en los 350 kilos.

Actualmente, cerca del 75% de la faena de producción (sin contemplar los animales de descarte de la etapa de cría, vacas y toros) provienen de diferentes planteos con una terminación a corral con la inclusión de granos y sus subproductos en las dietas.

Vale en este punto hacer una aclaración en referencia a las bondades del sistema ganadero argentino que nos permite contar con las etapas de cría y recría en pastizales naturales y praderas implantadas con o sin suplementaciones y con la última etapa de producción que brinda las cualidades mencionadas, que tiene una duración tan solo de tres o cuatro meses a diferencia de planteos intensivos más largos en otros países donde el engorde a corral está presente.  

Nutrición garantizada

Nutricionalmente se han evaluado las diferencias entre las carnes provenientes de diferentes sistemas de terminación. El estudio más importante sobre este aspecto es el llamado “Efectos del consumo de carne vacuna sobre parámetros clínicos de individuos sanos” en el cual se evaluaron dietas balanceadas con carne a pasto, suplementada y a corral. El trabajo fue realizado en conjunto por el IPCVA y el Instituto Cardiovascular Buenos Aires y de autoría del Dr. Tartaglione, entre otros. Las conclusiones evidenciaron que a pesar de contar con composiciones que difieren en algunos aspectos “….no se detectaron diferencias significativas de importancia clínica en los parámetros estudiados para los tres tipos de carne bovina en las cantidades en que fueron suministradas dentro de una dieta balanceada.”  

Hoy la producción es consciente de que el bienestar animal y el cuidado del ambiente, no solo implican una mejora productiva sino que son requisitos impuestos para obtener el “permiso social” a la hora de pensar cualquier tipo de producción.

Consciencia ambiental

Otro de los aspectos que se ponen en cuestionamiento al hablar de todas las producciones intensivas de proteína animal hace referencia a la sustentabilidad de los mismos. Al igual que todas las actividades del hombre, la ganadería intensiva puede generar un impacto en el ambiente sin las medidas de control y mitigación adecuadas. Nuestro país ha evolucionado a lo largo de los años en el aspecto normativo y regulatorio de la actividad a nivel sanitario y ambiental en las esferas nacionales, provinciales y municipales, contando con el marco necesario para un desarrollo de la actividad de forma sostenible. El estudio de impacto ambiental necesario en cada explotación analiza los impactos de la actividad en el sitio de desarrollo y fija las pautas de manejo para controlar estos impactos.

Dentro de las buenas prácticas ambientales podemos señalar las más importantes. En cuanto al monitoreo de napas los establecimientos cuentan con una red freatrimétrica que permite evaluar las condiciones del agua en la primera napa para asegurar que se evita la lixiviación de nutrientes a las mismas. Sumado a este monitoreo se trabaja en el adecuado mantenimiento y limpieza de los corrales que aseguran la compactación de los mismos, evitando la percolación en el suelo. Los efluentes en los sistemas de engorde se generan exclusivamente en los momentos de lluvias y los mismos son conducidos por canales a lagunas de tratamientos con diversos sistemas en función de la escala del emprendimiento y evitando la salida de los mismos a los cursos de agua. Por otro lado, los residuos sólidos orgánicos que se retiran de los corrales son procesados y compostados para ser aplicados a los sueles de cultivo devolviendo nutrientes y minimizando el uso de fertilizantes químicos. En lo referente al control de plagas se aplican planes integrales que incluyen en muchos casos el control biológico de moscas.

Algunos establecimientos por sus características de escala o de integración con otras producciones y actividades pueden, además, con el financiamiento adecuado, generar las inversiones necesarias para complementar todas estas acciones con la producción de biogás, generando así energía limpia para uso dentro del mismo predio o su venta al sistema interconectado de energía.   

Priorizar el bienestar animal

Además de todo esto, gran parte de los aspectos necesarios para el cuidado del ambiente tienen una correlación con otro de los aspectos que se pone en cuestionamiento, el BIENESTAR ANIMAL. Todos los productores, y más aún aquellos que trabajan de forma intensiva (en todas las especies), saben que el potencial productivo dado por la genética de los animales solo se expresa en buenas condiciones de los mismos y que las eficiencias se comprometen cuando se vulnera el bienestar animal. Es por ello que las actividades intensivas tienen especial foco en este tema. Los animales en un engorde ingresan en un proceso controlado donde instalaciones y proceso de manejo están pensados con foco en el bienestar animal. Acceso al agua fresa y de calidad, alimentos en cantidades y calidad adecuada, un monitoreo sanitario diario de todos los animales junto a prácticas de manejo realizadas por personal debidamente entrenado y calificado e instalaciones con el debido mantenimiento, aseguran que los animales puedan desarrollarse de una manera óptima y expresar su comportamiento natural. Diferentes guías y protocolos ayudan al productor en el monitoreo y control de todos estos aspecto.

Adicionalmente a todo lo expresado sobre la importancia que los productores le dan a los aspectos de bienestar animal y el cuidado del ambiente, hoy la producción es consciente de que estos temas no solo implican una mejora productiva sino que la sociedad los toma como propios y son requisitos impuestos para obtener el “permiso social” a la hora de pensar cualquier tipo de producción.

La producción intensiva de carne bovina ha evolucionado a lo largo de los años ofreciendo hoy un producto de excelente calidad, con una gran valoración y aceptación por parte de los consumidores sin descuidar aspectos en los cuales los consumidores se involucran cada vez más y que son parte del cuidado de los animales y el ambiente necesario para el uso de las futuras generaciones.

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