Producción • BIENESTAR ANIMAL

Nutrición de precisión, un compromiso continuo

Un trabajo sistémico desde la preñez que tenga en cuenta la genética elegida, la sanidad y la alimentación, permitirá lograr el mejor novillo con la mayor eficiencia posible.

  • 16/03/2022 • 15:00

Por: Ing. Agr. Darío Colombatto, PhD. Profesor Titular, Departamento de Producción Animal, Facultad de Agronomía - CONICET- Universidad de Buenos Aires. Instituto de Investigaciones en Producción Animal (INPA). Buenos Aires. Argentina.

Fotos: Banco de imágenes

Pese a todos los cambios dinámicos que se van gestando en nuestras sociedades modernas, tales como los cambios en los hábitos de alimentación, la aparición de “tribus” con costumbres y objetivos diferentes en cuanto a sus modos de vida, los sustitutos, entre otros, hay un hecho objetivo y verificable: la carne vacuna “real” tiene una sobre-demanda mundial. Asimismo, son pocos los países en el globo que tienen la capacidad de aumentar su producción, y cualquier aumento en la oferta de ganado vendrá acompañada por un aumento en la demanda de recursos forrajeros (pastos y granos más subproductos de la agroindustria) para el logro de estas toneladas adicionales. Esto tiene como consecuencia una mayor presión sobre los precios de los recursos usados para la alimentación, que a la vez dependen de otros precios y contextos, tales como los del petróleo, la especulación sobre los mercados de la soja y el maíz, las perspectivas de crecimiento económico mundial, por ejemplo.

Los ganaderos debemos insertarnos en este mundo dinámico y muchas veces nos encontramos algo perdidos, ya que la rentabilidad necesaria para asegurar la supervivencia de las empresas agropecuarias aparece amenazada cuando los precios de los insumos están altos. Ante esto, se impone realizar una revisión de algunas estrategias para minimizar estas incertidumbres. Puertas adentro de los campos, podemos actuar sobre aspectos relacionados con los pilares de la producción, tales como la genética elegida, la sanidad y la alimentación, todos estos coordinados bajo el paraguas del manejo profesional de las variables. En este artículo nos centraremos en la necesidad de observar los manejos alimenticios necesarios para lograr el mejor novillo con la mayor eficiencia posible, lo que conceptualmente podemos entender como “Nutrición de precisión”. 

La calidad de la carne del novillo empieza dentro de la panza de la mamá

Premisas básicas como la obtención de una muy buena (superior al 70%) preñez cabeza y períodos de servicio cortos son claves a la hora de comenzar a asegurar el resultado. Muchos de los procesos de desarrollo, tanto muscular como de grasa, comienzan en la gestación. Al sexto mes de preñez, ya se encuentra definido el número total de fibras musculares que tendrá el animal (Du et al., 2010, Ladeira et a., 2018). A partir de ahí, lo desarrollado sólo puede crecer, pero no habrá nuevas fibras. Malnutriciones severas en la hembra gestante durante el segundo tercio de gestación pueden resultar en novillos que no alcancen el peso final buscado. Datos de encuestas en la región Cuenca del Salado de Argentina hablan de porcentajes superiores al 40% de las vacas que paren flacas, con lo cual las probabilidades de encontrar hembras severamente subnutridas aumenta. Esta situación es similar en regiones de Uruguay, Paraguay y Brasil. En el último tercio de gestación, el feto crece exponencialmente, y mucha gente tiende a restringir la vaca (y más probablemente a la vaquilla de primer parto) buscando un parto más “fácil”. Esta restricción puede bajar el peso del ternero no sólo al nacer, sino también al destete de ese animal hasta en 10 kg (López Valiente et al., 2014). Más aún, esas restricciones pueden tener efecto en subsecuentes generaciones, tal como lo mostró un estudio reciente de López Valiente et al. (2019) en INTA. No hay una correlación definida entre el plano de nutrición de la madre y el peso del ternero al nacer (Zago et al., 2019). Vacas alimentadas a 140% de los requerimientos de nutrientes digestibles totales según NRC, parieron terneros más livianos que vacas alimentadas al 70% de esos requerimientos. 

“Las estrategias nutricionales más eficientes durante la recría de otoño-invierno generalmente pasan por asegurar el tenor proteico de las dietas”

El estado corporal de la vaca se debería mantener lo más inalterable que se pueda a lo largo del ciclo de gestación, ya que bajar o subir demasiado puede afectar no sólo el crecimiento, sino también el desarrollo de la progenie. El ideal debería ser tener un umbral mínimo de estado corporal de 4,5 y un máximo de 6 (escala 1-9). 

Este ternero, una vez nacido, debería tener una ganancia al pie de la madre que no baje de los 700 gramos por cabeza/día. Obviamente que la máxima ganancia será función del biotipo, peso adulto de sus progenitores, manejo de la alimentación y producción de leche de sus madres, entre otros factores. Si nació cabeza de parición, tiene muchas más chances de crecer mejor que sus hermanos cola de parición, por algunas razones conocidas y otras no tanto. Dentro de las primeras, la madre de un ternero nacido a mediados de septiembre alcanzará su pico de producción de leche a mediados-fines de noviembre, cuando probabilísticamente la producción de pasto primaveral en la zona ya está en franco crecimiento. Simultáneamente, está ocurriendo algo trascendental en la vida del ternero: la transición de pre-rumiante a rumiante, y es muy importante que esto transcurra con pastos tiernos y digestibles, lo que le permitirá maximizar el consumo de materia orgánica fermentable en rumen, haciendo que la transición de dieta puramente láctea a mezcla lacto-sólida sea mucho más suave. Por el contrario, el ternero cola (nacido hacia mediados de noviembre, principios de diciembre), sobrellevará este cambio a fines de enero, cuando la proporción de pasto nuevo y en estado vegetativo ya ha decaído. Esto configura un fenómeno de doble golpe para el ternero cola: no sólo es más joven y liviano que el otro a la misma fecha, sino que la transición a rumiante la pasa en momentos muy desfavorables, bajando las chances de tener buenas ganancias de peso. 

Si la calidad del pasto estival empeora (aunque haya buena cantidad), la vaca quizás mantenga su estado, pero el ternero ya no tendrá las ganancias que nosotros esperamos. En estos casos, se puede analizar la técnica del creep feeding. Esto consiste en dar alimentación suplementaria al ternero, sin acceso a la misma por parte de la madre, lo que permite mejores ganancias de peso del ternero sin que necesariamente haya cambios en el estado corporal de la madre, porque de hecho el ternero no reduce su consumo de leche (Viñoles et al., 2014). El creep feeding no es sinónimo de destete precoz, el cual persigue el objetivo de asegurar la preñez de la madre en primer lugar, sino que es una herramienta para ayudar al ternero. 

Si estamos en un establecimiento de ciclo completo, es decir, que realiza la cría, recría y terminación de sus propios animales, hay un par de ventajas adicionales e indirectas: no sólo los terneros aprenden a comer concentrado desde temprano, sino que los kg ganados en esta etapa son “ahorros” en el tiempo de recría, y muchas veces ayudan a los terneros cola a poder salir a la etapa pastoril de recría con muchas más chances de éxito. 

La pata pastoril en la recría: clave de competitividad

La producción de pasto de calidad durante otoño-invierno es una prioridad en nuestros sistemas de producción. En primavera se produce alrededor del 65-70% del total de lo producido en el año, pero para poder llegar a ese momento con un buen peso (sobre todo en la hembra de reposición, pero también en el macho), es imperioso que hayamos logrado buenas ganancias previas. El crecimiento compensatorio, tan usado en otras décadas, solamente compensa una parte de los kg no ganados durante la temporada de restricción, por lo que no sería una herramienta tan buscada si lo que queremos es maximizar ganancias de peso para obtener las mejores recrías pastoriles y la mejor calidad de carne final. De hecho, un trabajo en ejecución de INTA Anguil (Gelid et al., 2019) mostró que animales restringidos en el post-destete y alimentados a igual plano que los no restringidos posteriormente, no sólo no lograron nunca alcanzar a sus compañeros, sino que tuvieron un 10% menos de área de ojo de bife; 1,4 puntos porcentuales menos de rinde a la faena (56,8 vs 58,2%) y 33 kg menos de res. Esto realza la importancia de la buena recría pastoril, sobre todo en el otoño-invierno inicial, ya que lo que no se logra en ese momento no se compensa luego. Además, son kg baratos, ya que energéticamente es mucho más eficiente generar un kg de aumento diario de peso basado en músculo (que tiene 75% de agua) que en grasa. 

Aquí surgen dos puntos muy importantes. En primer lugar, la importancia de tomar registros para diferenciar aquellos animales que ganan más peso de los que no lo hacen, tanto en campos de ciclo completo como aquellos que compran terneros. En segundo lugar, es importante pensar en las estrategias alimenticias más eficientes para asegurar las ganancias de peso en otoño-invierno bajo nuestras condiciones. Registrar las ganancias de peso de la recría es fundamental para conocer la evolución y tomar decisiones tempranas en cuanto a las necesidades o no de suplementar al ganado. Además, es un paso muy interesante para vincular las ganancias con el origen de ese ganado, sea en un ciclo completo, en donde se puede conocer el efecto de la edad de la madre o el tipo de toro que se usó sobre la ganancia, o en casos de recría de compra, en donde se puede ir seleccionando a los proveedores de terneros de acuerdo con las ganancias que presentan en su recría. Datos de productores paraguayos, nucleados en el CREA Samuu, demostraron enormes impactos favorables en los promedios y desvíos en ganancias de peso de sus recrías cuando fueron seleccionando las compras de acuerdo con las ganancias. La rentabilidad de la recría estuvo directamente correlacionada con la ganancia de peso, sin tener efecto del precio de compra. A alguno le puede extrañar esto, pero es muy común comprar más caro por uniformidad de color, y que después la ganancia de peso no sea la esperada, y viceversa. Así, uno se concentra en lo que realmente le da renta. En Argentina y Uruguay ya hay establecimientos que poseen registros (usando la caravana electrónica) de las ganancias individuales de animales discriminados por su origen, con lo que se puede calcular la rentabilidad individual de cada animal. La “nutrición de precisión” lleva implícita la necesidad de contar con la caravana electrónica como columna vertebral de este proceso, cuestión que fue revisada y explicada por el Dr. Luciano González de la Universidad de Sidney (Australia) en el reciente Congreso Argentino de Producción Animal de AAPA.  

Por otra parte, las estrategias nutricionales más eficientes durante la recría de otoño-invierno generalmente pasan por asegurar el tenor proteico de las dietas, lo que a su vez es función del peso de inicio de la recría. A menor edad y peso vivo del ternero, la proporción necesaria de proteína y energía dentro de la dieta aumenta, ya que el ternero tiene altos requerimientos pero está limitado en cuanto a su capacidad de ingestión, lo que obliga a que lo poco que come sea de alta calidad. Por encima de los 200 kg de peso, su capacidad de consumo aumenta y no es inusual tener animales en recría consumiendo pastos diferidos con solamente un aporte proteico. Existen diversos subproductos disponibles, entre los cuales para esta categoría sobresalen la burlanda de maíz (también llamados granos de destilería) o el expeler de soja. Trabajos realizados en establecimientos comerciales en donde se suplementa tempranamente al ganado con burlanda a razón del 0,7% del peso vivo, muestran ganancias superiores a los 600 gramos por día, lo que asegura un correcto crecimiento muscular a costo razonable.  

El dilema de la terminación: ¿a pasto o a corral?

La calidad de la carne la define el consumidor, y lo que paga por un producto u otro es solamente su percepción del valor del producto. En términos de costos y rentabilidad, una recría pastoril que parta de un ternero destetado pesado y tenga ganancias de peso superiores a los 650 gramos por día del destete en adelante y que logre terminar el animal a los 7-10 meses de invernada es muy competitiva, aun cuando se reduzca el precio final obtenido por haber sido finalizado a pasto. Esto último queda compensado por el bajo costo del kg producido y la gran cantidad de kg logrados en poco tiempo. Al mismo tiempo, tenemos bajo peso medio de la existencia a pasto, lo que permite tener una carga animal relativamente alta, mejorando mucho el parámetro kg/ha y eficiencia de stock (producción de carne/carga media anual). 

Sin embargo, pocos productores logran completar toda su invernada a pasto en esas condiciones, y hay una decisión de muchos consumidores de buscar una carne de color rojo claro, con grasa blanca, sobre todo. Hay también una necesidad de la industria de consumo de proveer animales uniformemente terminados a sus clientes. Esto se logra con finalización a corral, que por una parte asegura esos parámetros de terminación, y por otro permite a los productores cumplir más acabadamente con sus presupuestos financieros, ya que en ese caso el corral actúa como una suerte de “plazo fijo ganadero”. A nivel sistémico, esta integración de recría pastoril con terminación a corral mejora los números productivos, porque reduce aún más el peso medio de la existencia a pasto, permitiendo colocar mayor cantidad de animales más livianos a pasto. Esto ocurre porque ahora no tenemos la obligación de terminarlos gordos a pasto, ya que se van a corral un poco más livianos desde el pasto. La integración de recría pastoril con encierre final, que use el otoño-invierno-primavera para el crecimiento óseo-muscular y que, a medida que la tasa de crecimiento estival va disminuyendo, los animales vayan pasando a corral, es el sistema que mejor estabilidad y márgenes viene dando desde hace unos años a esta parte. 

En el corral de encierre, es fundamental controlar los procesos para maximizar la eficiencia en el uso de los recursos utilizados. Factores como una correcta recepción del ganado al ingreso, una buena y gradual adaptación a las dietas con más grano durante al menos 15-18 días, y la necesaria lectura de comedero de ahí en adelante para monitorear la dinámica del consumo, son fundamentales. El procesamiento del grano, un factor de discordia e inconsistencia entre productores y técnicos, dependerá de aspectos tales como la edad del animal, la infraestructura del lugar, el tipo de grano y la dieta que se utilice. 

En el encierre a corral, debemos también aprovechar la posibilidad de tener registros individuales para comenzar a seleccionar los mejores proveedores de animales. Se encuentran notables diferencias en las ganancias de peso entre animales de distinto origen, y esas diferencias impactan sobre la renta individual. Recientes publicaciones de nuestro grupo de trabajo (Ganly, Ras y Colombatto, 2020) mostraron la correlación positiva y directa entre la ganancia de peso y el resultado económico del encierre a corral, algo que ya era conocido pero no se lo aprovechaba del todo como fuente de información. Conocer quién es el proveedor original de ese animal que desempeña mejor en el corral nos permite cuantificar hasta cuánto más se le puede pagar para tenerlos, y desde el punto de vista inverso, permitiría tener la opción de no pagar tanto por otros animales, o incluso intentar ayudar a criadores importantes de animales con bajo desempeño posterior, a encontrar las formas de cambiar los procesos dentro de sus planteos comerciales. Hay que insistir en la comunicación vertical de la cadena de producción de la carne. 

Hay “detalles” en todo este proceso que marcan la diferencia entre los que logran estos mejores índices económicos y los que no. La visión sistémica, entendiendo a los planteos como un todo y reconociendo que existe una alta dependencia entre lo que pasa en una etapa y la siguiente (¡comenzando desde el feto!), es clave para la obtención del mejor novillo. Dejemos atrás la era de los “toros caros en vacas flacas”, midamos y gestionemos de acuerdo con esas mediciones, para lograr verdaderamente una nutrición de precisión.