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Producción sustentable, un desafío para la industria cárnica

La ganadería sostenible es un objetivo a nivel mundial que no solo involucra el cuidado del medio ambiente sino también la salud animal, la competitividad y a los consumidores.

  • 13/09/2022 • 14:00

Por: Lic. Amalie Ablin*. Licenciada en Ciencia Política. Postgrado Programa de Capacitación Ejecutiva en Agronegocios.

Fotos: Banco de imágenes

Las proyecciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) adelantan que el mercado internacional de carnes para las diversas especies comercializadas podría evidenciar un importante crecimiento en la década en curso hasta 2030.

Pese a que múltiples informes destacan que la merma en el consumo global de carnes se está profundizando por la difusión de nuevas tendencias orientadas al veganismo, la importancia creciente otorgada por los consumidores al bienestar animal y los elevados precios que inciden sobre la demanda, las organizaciones multilaterales citadas prevén un incremento de la producción ganadera total hasta alcanzar 374 millones de toneladas a mediano plazo.

De acuerdo a dichas proyecciones, hasta el año 2030 la ganadería crecería considerablemente, tanto por un aumento de volumen -en particular en el continente americano- así como por un mejoramiento de la productividad que probablemente logre la República Popular China por vía de mejoras en la cría, peso promedio de faena y formulaciones alimenticias más nutritivas.

Por ende, la disponibilidad global de proteínas de origen animal aumentaría en función del incremento de producción previsto, estimándose en el caso de la carne vacuna un avance de casi 6% respecto del período base (2020), alcanzando la producción de carne de vacuno a 75 millones de toneladas hacia 2030, no obstante atribuirse una tasa más débil de crecimiento de su demanda a una reorientación de las preferencias de los consumidores hacia la carne aviar. Así, acorde las proyecciones citadas, el consumo cárnico vacuno concentrará 20% del total de la demanda global de carnes, frente a 41% de las carnes de ave, 34% para la carne porcina y finalmente 5% a ser cubierta por la carne ovina.

“La producción del sector ganadero deberá tener creciente consideración por las cuestiones medioambientales y su sostenibilidad, dos de los mayores desafíos de nuestros días respecto de la protección del planeta”

Cabe contemplar, no obstante estas optimistas perspectivas al presente, que la industria cárnica mundial deberá enfrentar -según un informe del Rabobank, entidad financiera holandesa de renombre mundial en materia agropecuaria- aumentos de costos de las materias primas, laborales, energéticos y logísticos. Acorde con esta visión las cadenas de suministro de proteína animal confrontarán presiones inflacionarias en cuatro áreas sustantivas vinculadas con los costos de la alimentación animal, la mano de obra, la energía y el transporte.

Al mismo tiempo, la producción del sector ganadero también deberá tener creciente consideración por las cuestiones medioambientales y su sostenibilidad, dos de los mayores desafíos de nuestros días respecto de la protección del planeta. Estos retos se encuentran totalmente alineados con los objetivos incorporados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la “Agenda 2030 de Objetivos de Desarrollo Sostenible (OSD13)”, que comprende la adopción de una serie de medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.

En dicho contexto algunos actores del mundo de la carne -tal como la Unión Europea- estiman que habría que implementar en la cadena alimentaria el rígido concepto “del campo al plato”, articulando las diversas disciplinas científicas involucradas en busca de garantizar una salud sustentable tanto para los humanos como los animales en el marco de ecosistemas sanos, buscando acceder hacia una avanzada “sanidad alimentaria” de la población.

Desde una perspectiva diversa, la “Mesa Redonda Global para la Carne Vacuna Sostenible” (GRSB acorde sus siglas en inglés), anunciaba en 2021 el lanzamiento de sus objetivos de sostenibilidad global, orientados a avanzar y mejorar la misma en la cadena de valor global de la carne vacuna. Dichos criterios, a ser implementados por los socios de la GRSB a niveles nacionales, se orientan a impulsar el progreso en la ganadería vacuna sostenible, estableciendo metas ambiciosas en torno a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, la mejora en el uso de la tierra y la introducción de mejores prácticas en materia de bienestar animal. En dicho marco la GRSB convoca a los líderes nacionales de los respectivos sectores de la producción con el objetivo de promover y garantizar una mejora continua en la cadena de suministro global de las carnes, de forma de contribuir así a la viabilidad futura de dicho segmento como un sistema alimentario sostenible, en un contexto productivo igualmente compatible con el medio ambiente.

En el caso argentino, la Mesa Argentina de Carne Sustentable incluye más de 40 integrantes, representativos de todos los ciclos de la cadena de valor de la carne vacuna -desde su producción hasta su comercialización- incluyendo a las Cámaras representativas de las empresas proveedoras de insumos y servicios al sector así como a las Organizaciones no Gubernamentales (ONGs) vinculadas al mismo, sin olvidar a los consumidores. Su compromiso es trabajar de manera mancomunada para promover la mejora continua de todos los eslabones de la cadena de valor de la carne vacuna argentina, impulsando una producción responsable y sustentable que atienda a balancear los impactos sociales, económicos y ambientales de la misma. La Mesa ha enfatizado que “la industria mundial de la carne vacuna puede desempeñar un papel clave para mitigar el cambio climático, buscando a través de la acción de su red global de miembros reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, la mejora en el uso de la tierra y la difusión de las prácticas de bienestar animal“.

Cabe destacar que en el caso argentino -así como en muchos otros países con sistemas productivos extensivos- la ganadería contribuye a captar un segmento sustantivo del carbono que emite, dado que los mecanismos de alimentación con pasturas permiten absorber dicha sustancia, redundando en una huella mucho menor de la misma en el producto final. En dicha dirección, el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) presentó en 2021 el informe titulado “Carne Argentina, Carne Sustentable”, el cual asigna gran relevancia en el contexto de producción de alimentos mundial al cuidado del medio ambiente, concentrando su enfoque  en el diseño de estrategias de mitigación y adaptación del cambio climático, así como en la generación de valores locales de referencia. Dicho documento constituye un estudio interdisciplinario y abarcativo, que cubre diversos subtemas tales como el análisis de los sistemas productivos de pasturas y pastizales (Subgrupo 1); la competitividad asociada a acciones basadas en la sustentabilidad (Subgrupo 2); el impacto ambiental de la cadena de producción de ganado y carne bovina (Subgrupo 3); el estudio de las emisiones de gases de efecto invernadero, su balance y la huella de carbono (Subgrupo 4); y finalmente el análisis del impacto y tratamiento de efluentes en la cadena de producción de carne y ganado bovina (Subgrupo 5).

Según dicho informe, la ganadería argentina refleja un bajo nivel de emisiones de efecto invernadero a nivel internacional, representando sólo 0,15% del total generado en el ámbito planetario. Además, se remarca el compromiso y la responsabilidad asignados a todos los sectores productivos respecto del cuidado del medio ambiente y su preservación para las futuras generaciones.

En esta dirección se concretó un examen de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas (análisis FODA) de la ganadería argentina. El informe enfatiza la necesidad de mejorar la eficiencia productiva de toda la cadena ganadera en el país, a fin de “diluir” los eventuales impactos ambientales y climáticos de la misma, ya que registra una enorme disparidad de situaciones en cuanto a eficiencia productiva según las regiones. Al mismo tiempo recuerda que tampoco debe confundirse la modalidad productiva en Argentina -caracterizada por una ganadería vacuna basada en pastoreo en pastizales y pasturas- con la de otros países con climas diferentes, donde la totalidad (o mayor parte) del ciclo se desarrolla por razones esencialmente climáticas en establos. Efectivamente, dicho tipo de manejo del ganado no permite la posibilidad de secuestrar carbono en los suelos bajo pastoreo, lo que resulta factible en todos los sistemas aplicados en los países que integran el Mercosur. Por ello, puede observarse que la industria ganadera hace un aporte clave a las economías de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, lo que a su vez redunda en que América Latina y Central (México en particular) aporten al presente 44% de las exportaciones globales de carne de res y 42% de las de ave, demostrando que resulta perfectamente posible impulsar modelos ganaderos sostenibles que aumentan la producción y reducen al mismo tiempo su emisión de gases. Así, dichos modelos no sólo permiten obtener una adecuada rentabilidad económica junto a beneficios sociales y medioambientales, sino también alcanzar mayor resiliencia frente a eventos climáticos extremos y contribuir a la restauración de los servicios ecosistémicos.

En este sentido se destaca la reciente entrada en vigencia del “Plan Ganadería Argentina 2022-2023 (GanAr)”, consolidándose así el objetivo gubernamental en términos de política agropecuaria de aumentar la producción de carne vacuna en 600 mil toneladas hasta 2030. En efecto, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca informó que a partir de febrero de 2022 el gobierno nacional asignaría una bonificación de tasas de interés sobre la línea de crédito por 100 mil millones de pesos (aprox U$S 700 millones) otorgada por los bancos a productores ganaderos, tamberos y cooperativas agropecuarias adheridos al plan. El objetivo de dicho programa es brindar previsibilidad y confianza a los productores, a cuyo efecto la nueva línea de créditos a tasa bonificada apunta a impulsar la producción sostenible, mejorar la productividad y la competitividad, y promover la inversión y el empleo en el sector.

“La ganadería argentina refleja un bajo nivel de emisiones de efecto invernadero a nivel internacional, representando sólo 0,15% del total generado en el ámbito planetario”

Este criterio apunta a persuadir a los actores del sector de la carne sobre que resulta imperativo repensar los modelos de producción y consumo para poder así abordar la alimentación desde una perspectiva ambiental sustentada en criterios apropiados de soberanía alimentaria acorde a los respectivos sistemas productivos practicados en diversas latitudes, incentivando a las autoridades de cada país a trabajar conjuntamente con los productores, asociaciones gremiales, comercializadores, consumidores, expertos ambientalistas, científicos y organizaciones internacionales para demostrar que la ganadería sostenible es beneficiosa para todos en la medida en que se logre mejorar la sanidad animal y garantizar la satisfacción del consumidor en cuanto al respeto por una producción cuidadosa del medio ambiente y su protección.

(*) Las opiniones vertidas son de exclusiva responsabilidad del autor y no comprometen a la institución en la cual se desempeña.